El mono de la quebrada blanca
Cerca de san Juan de Colon, en un lugar llamado Peronilo había una hacienda semejante a un paraíso. Árboles frutales rodeaban la casa y más allá cafetales, palmas, palmas variadas y por entre peñas se deslizaban susurrante la Quebrada Blanca, de aguas frescas y limpias.
.- La señora Teresa envió a su hija Gladys con la muchacha del servicio a recoger unas chamizas secas entre los cafetales. Las dos niñas se entretuvieron cogiendo palitos secos mientras hablaban. Distraídas no se dieron cuenta que se habían alejado de la casa. Se disponían a tomar agua en la quebrada cuando vieron asustadas que detrás de unas rocas un mono corpulento y peludo les hacia señas con las manos de que se acercaran. Su cabeza casi humana, de cabellos largos y enmarañados le tapaban los ojos y la cara. Con gestos la llamaba insistentemente y lanzaba unos sonidos guturales que querían ser expresivos:
.- Uuuuuuuhh... Uuuuuuhh.... Uuuuuuhh...
.- Las dos niñas salieron corriendo y llegaron a la casa azoradas. Una vez que se hubieron tranquilizado le contaron a doña Teresa que habían visto un mono grande peludo detrás de las rocas. Doña Teresa no hizo ningún comentario, esperaría a la noche cuando estuvieran todos reunidos.
.- después de la cena, cuando la familia, los peones y los criados de la hacienda se reunieron en el pórtico de la casa, doña Teresa comento:
.- Esta mañana cuando las niñas Gladys y Rosalba buscaban chamizas, se llegaron hasta las rocas de la Quebrada Blanca. Detrás de una piedra vieron la cabeza de cabellos largos y revueltos como una tela de arañas que le cubría los ojos. Era alto. Sus ojos apenas se veían pero sus ademanes y gritos guturales eran semejantes a los humanos. Y continuo:
.- Desde hace muchos años se comenta en esta zona la historia de Mariela. Era una muchacha joven y sencilla, bella y lozana como las flores de nuestras montañas. Sus dieciocho años lucían en todo su esplendor. Un día fue a lavar la ropa a la quebrada y desapareció misteriosamente. Sus hermanos encontraron la ropa lavada en una piedra de la orilla, pero de Mariela no pudieron saber nada. Desapareció sin saber como y nadie pudo averiguar su paradero. La buscaron por todas partes, la llamaron, pero todo fue en vano.
.- Mariela había terminado de lavar la ropa y se dio cuenta que la observaban, levanto la cabeza y vio un mono corpulento y peludo que la alzaba y se la llevaba montaña arriba. Fue tal su estupor que no tuvo fuerzas para gritar ni para desprenderse de los poderosos brazos que la raptaban. Corrían entre los palmares montaña arriba y no se detuvo hasta llegar a una cueva que tapaba su abertura con una enorme piedra y gran variedad de palmeras. Desde lejos nadie podía imaginar que allá arriba hubiera un espacioso y caldeado recinto. Las paredes eran roca caliza y a un lado había una hendidura por donde penetraba la luz y el aire. En un rincón había un montón de hojas y ramas secas, semejantes a un mullido colchón. Al otro lado frutas frescas: dátiles, cambures, mamones, aguacates y mangos.
.- Mariela se dio cuenta de la situación. Esa seria su casa y no sabia por cuanto tiempo, seria difícil escapar de las redes del simio. Este le decía por señas que comiera fruta. Le trajo un racimo de mamones y la empujo suavemente hasta el montón de hojas y la sentó.
.- Paso mas de un año, la familia de Mariela la daba por muerta. No se imaginaban que ella estaba a pocos kilómetros de su casa, secuestrada por un mono que la mimaba y vigilaba con celo. Todos los días le traían frutas frescas y de vez en cuando prendas de ropa que cogía sin ser visto, de los tendederos en las haciendas cercanas. Ella había intentado escaparse, pero sin resultados. El mono vigilaba todos sus movimientos y cuando salía de la cueva volvía encendida. No había caminos ni senderos y todo a su alrededor parecía igual. Cerca había un manantial que iba a la quebrada. Allí iba a bañarse Mariela y a tomar agua. Cogía hojas anchas y escribía con un palito:
.- "Soy Mariela, estoy secuestrada por un mono grande en una cueva del cerro Los Palmares. Por favor, vengan a buscarme".
.- Este mensaje lo escribía todos los días con la esperanza de que alguien lo leyera. Así pasaron los meses.
.- Sintió que su cuerpo iba perdiendo la forma y algunas veces sentía mareos. Al cabo de unos meses dio a luz dos monitos.
.- Un grupo de muchachos pescaba en un pozo del río. Uno de ellos tomo una hoja amarilla con una escritura borrosa y descifrando el mensaje pudo leer:
.- "Soy Mariela, estoy secuestrada por un mono grande en una cueva del cerro Los Palmares. Por favor, vengan a buscarme".
..- Paso la hoja a su amigo y siguieron pescando. Se olvidaron del asunto. Días después el mismo grupo de amigos se bañaba en el río. Uno de los jóvenes encontró otra hoja verde con el mismo mensaje. Cuando se la iba a mostrar a sus amigos estos le enseñaron otras con la misma leyenda.
.- Notificaron a las autoridades y organizaron una expedición río arriba. Al llegar a la Quebrada Blanca estuvieron indecisos si seguir curso del río o el de la Quebrada. Conversando un rato y luego pensaron que la Quebrada venia de un cerro Los Palmares. Acamparon a la orilla y al amanecer continuaron la marcha en ascenso. La vegetación tupida por multitud de variedades de palmas, desde la enana hasta la corpulenta.
.- Cerca de la naciente encontraron a Marisela lavándose. Su cuerpo delgado y frágil no lucia la frescura de tiempos atrás. Su cabello greñudo y su tez pálida dejaba traslucir su mala alimentación. Los miro asustada.
.- Ellos preguntaron:
.- ¿ Eres Marisela?.
.- Si, - dijo.
¿ Cuanto tiempo llevas aquí?.
.- No lo sé, mucho tiempo.
.- ¿ Y el mono?.
.- Debe estar por ahí cerca, sale siempre a las montañas a buscar frutos para nuestra alimentación. Si los ve se pondrá furioso, tengan cuidado, es corpulento y fuerte.
.- ¿ Donde has vivido durante este tiempo?.
.- Allá arriba. Detrás de aquella piedra hay una cueva, allí hay un espacio seco y tibio; de día y de noche tiene una temperatura agradable.
.- Venimos a buscarte ¿ Vienes con nosotros?.
.- Sí
.- ¿ Vamos?.
.- ¡ Vamos. ! Y levanto la cabeza en dirección a la gran piedra.
.- En esos momentos llegaba un gran primate. Al verlos comenzó a gritas desaforadamente a la vez hacia gestos. La cabellera enmarañada le caía sobre la cara y un tupido pelo le cubría todo el cuerpo. Cuando se dio cuenta de que se llevaban a Mariela fue a la cueva y saco a los dos monitos. Los levantaba y emitía sonidos guturales, así llamaba la atención de Mariela para despertar sus sentimientos maternales. Como ella y los jóvenes prosiguieron la marcha cogió a sus hijos y con las uñas los desgarro, luego ensangrentado, los mostraba a la muchacha. Mariela horrorizada seguía caminando casi sin fuerzas. El mono seguía gritando y desgarrando a sus hijos que luego levantaba. Ellos siguieron su camino. Mariela se desmayo y se la llevaron alzada hasta el pueblo. Con la mala alimentación y el sufrimiento había perdido sus fuerzas. No le quedaba nada de la frescura y lozanía de tiempos atrás.
.- Cuando doña Teresa termina el relato todos quedaron mudos. Sabían que por aquellos contornos desde hacia muchos años merodeaba un mono de gran tamaño. Historias como esta se las había escuchado a sus padres y a sus abuelos.
.- La señora Teresa envió a su hija Gladys con la muchacha del servicio a recoger unas chamizas secas entre los cafetales. Las dos niñas se entretuvieron cogiendo palitos secos mientras hablaban. Distraídas no se dieron cuenta que se habían alejado de la casa. Se disponían a tomar agua en la quebrada cuando vieron asustadas que detrás de unas rocas un mono corpulento y peludo les hacia señas con las manos de que se acercaran. Su cabeza casi humana, de cabellos largos y enmarañados le tapaban los ojos y la cara. Con gestos la llamaba insistentemente y lanzaba unos sonidos guturales que querían ser expresivos:
.- Uuuuuuuhh... Uuuuuuhh.... Uuuuuuhh...
.- Las dos niñas salieron corriendo y llegaron a la casa azoradas. Una vez que se hubieron tranquilizado le contaron a doña Teresa que habían visto un mono grande peludo detrás de las rocas. Doña Teresa no hizo ningún comentario, esperaría a la noche cuando estuvieran todos reunidos.
.- después de la cena, cuando la familia, los peones y los criados de la hacienda se reunieron en el pórtico de la casa, doña Teresa comento:
.- Esta mañana cuando las niñas Gladys y Rosalba buscaban chamizas, se llegaron hasta las rocas de la Quebrada Blanca. Detrás de una piedra vieron la cabeza de cabellos largos y revueltos como una tela de arañas que le cubría los ojos. Era alto. Sus ojos apenas se veían pero sus ademanes y gritos guturales eran semejantes a los humanos. Y continuo:
.- Desde hace muchos años se comenta en esta zona la historia de Mariela. Era una muchacha joven y sencilla, bella y lozana como las flores de nuestras montañas. Sus dieciocho años lucían en todo su esplendor. Un día fue a lavar la ropa a la quebrada y desapareció misteriosamente. Sus hermanos encontraron la ropa lavada en una piedra de la orilla, pero de Mariela no pudieron saber nada. Desapareció sin saber como y nadie pudo averiguar su paradero. La buscaron por todas partes, la llamaron, pero todo fue en vano.
.- Mariela había terminado de lavar la ropa y se dio cuenta que la observaban, levanto la cabeza y vio un mono corpulento y peludo que la alzaba y se la llevaba montaña arriba. Fue tal su estupor que no tuvo fuerzas para gritar ni para desprenderse de los poderosos brazos que la raptaban. Corrían entre los palmares montaña arriba y no se detuvo hasta llegar a una cueva que tapaba su abertura con una enorme piedra y gran variedad de palmeras. Desde lejos nadie podía imaginar que allá arriba hubiera un espacioso y caldeado recinto. Las paredes eran roca caliza y a un lado había una hendidura por donde penetraba la luz y el aire. En un rincón había un montón de hojas y ramas secas, semejantes a un mullido colchón. Al otro lado frutas frescas: dátiles, cambures, mamones, aguacates y mangos.
.- Mariela se dio cuenta de la situación. Esa seria su casa y no sabia por cuanto tiempo, seria difícil escapar de las redes del simio. Este le decía por señas que comiera fruta. Le trajo un racimo de mamones y la empujo suavemente hasta el montón de hojas y la sentó.
.- Paso mas de un año, la familia de Mariela la daba por muerta. No se imaginaban que ella estaba a pocos kilómetros de su casa, secuestrada por un mono que la mimaba y vigilaba con celo. Todos los días le traían frutas frescas y de vez en cuando prendas de ropa que cogía sin ser visto, de los tendederos en las haciendas cercanas. Ella había intentado escaparse, pero sin resultados. El mono vigilaba todos sus movimientos y cuando salía de la cueva volvía encendida. No había caminos ni senderos y todo a su alrededor parecía igual. Cerca había un manantial que iba a la quebrada. Allí iba a bañarse Mariela y a tomar agua. Cogía hojas anchas y escribía con un palito:
.- "Soy Mariela, estoy secuestrada por un mono grande en una cueva del cerro Los Palmares. Por favor, vengan a buscarme".
.- Este mensaje lo escribía todos los días con la esperanza de que alguien lo leyera. Así pasaron los meses.
.- Sintió que su cuerpo iba perdiendo la forma y algunas veces sentía mareos. Al cabo de unos meses dio a luz dos monitos.
.- Un grupo de muchachos pescaba en un pozo del río. Uno de ellos tomo una hoja amarilla con una escritura borrosa y descifrando el mensaje pudo leer:
.- "Soy Mariela, estoy secuestrada por un mono grande en una cueva del cerro Los Palmares. Por favor, vengan a buscarme".
..- Paso la hoja a su amigo y siguieron pescando. Se olvidaron del asunto. Días después el mismo grupo de amigos se bañaba en el río. Uno de los jóvenes encontró otra hoja verde con el mismo mensaje. Cuando se la iba a mostrar a sus amigos estos le enseñaron otras con la misma leyenda.
.- Notificaron a las autoridades y organizaron una expedición río arriba. Al llegar a la Quebrada Blanca estuvieron indecisos si seguir curso del río o el de la Quebrada. Conversando un rato y luego pensaron que la Quebrada venia de un cerro Los Palmares. Acamparon a la orilla y al amanecer continuaron la marcha en ascenso. La vegetación tupida por multitud de variedades de palmas, desde la enana hasta la corpulenta.
.- Cerca de la naciente encontraron a Marisela lavándose. Su cuerpo delgado y frágil no lucia la frescura de tiempos atrás. Su cabello greñudo y su tez pálida dejaba traslucir su mala alimentación. Los miro asustada.
.- Ellos preguntaron:
.- ¿ Eres Marisela?.
.- Si, - dijo.
¿ Cuanto tiempo llevas aquí?.
.- No lo sé, mucho tiempo.
.- ¿ Y el mono?.
.- Debe estar por ahí cerca, sale siempre a las montañas a buscar frutos para nuestra alimentación. Si los ve se pondrá furioso, tengan cuidado, es corpulento y fuerte.
.- ¿ Donde has vivido durante este tiempo?.
.- Allá arriba. Detrás de aquella piedra hay una cueva, allí hay un espacio seco y tibio; de día y de noche tiene una temperatura agradable.
.- Venimos a buscarte ¿ Vienes con nosotros?.
.- Sí
.- ¿ Vamos?.
.- ¡ Vamos. ! Y levanto la cabeza en dirección a la gran piedra.
.- En esos momentos llegaba un gran primate. Al verlos comenzó a gritas desaforadamente a la vez hacia gestos. La cabellera enmarañada le caía sobre la cara y un tupido pelo le cubría todo el cuerpo. Cuando se dio cuenta de que se llevaban a Mariela fue a la cueva y saco a los dos monitos. Los levantaba y emitía sonidos guturales, así llamaba la atención de Mariela para despertar sus sentimientos maternales. Como ella y los jóvenes prosiguieron la marcha cogió a sus hijos y con las uñas los desgarro, luego ensangrentado, los mostraba a la muchacha. Mariela horrorizada seguía caminando casi sin fuerzas. El mono seguía gritando y desgarrando a sus hijos que luego levantaba. Ellos siguieron su camino. Mariela se desmayo y se la llevaron alzada hasta el pueblo. Con la mala alimentación y el sufrimiento había perdido sus fuerzas. No le quedaba nada de la frescura y lozanía de tiempos atrás.
.- Cuando doña Teresa termina el relato todos quedaron mudos. Sabían que por aquellos contornos desde hacia muchos años merodeaba un mono de gran tamaño. Historias como esta se las había escuchado a sus padres y a sus abuelos.
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